CONTRATO DREYFUS
El gobierno del coronel José Balta (1868-1872) fue pródigo en obras de infraestructura (construcción del Ferrocarril Central), aunque en él se perciben ya las primeras muestras de exceso de gastos del gobierno. En las postrimerías de su gobierno, la elección, por primera vez, de un presidente civil, Manuel Pardo y Lavalle, llevó a una insurrección militar que terminó en el asesinato de Balta y la furibunda reacción de la población de Lima (que ejecutó a los usurpadores). Así termina lo que Jorge Basadre llamó Primer Militarismo. Pardo implementó importantes reformas de tipo liberal en la organización del estado. Sin embargo la principal fuente de recursos del estado, el guano, sobrexplotado, se empezó a agotar y resultó inevitable una crisis económica que el sucesor de Pardo, el ya anciano Mariano Ignacio Prado tuvo que afrontar, en medio de una virtual bancarrota del Estado.
En 1869, el Estado peruano puso fin al sistema de los consignatarios y, a pesar de las protestas de los empresarios nacionales (los "hijos del país"), le entregó todo el negocio a la casa comercial del empresario francés Auguste Dreyfus mediante el Contrato Dreyfus cuyo artífice fue el ministro de Hacienda Nicolás de Piérola. Este último tipo de contrato de explotación guanera era el monopolio del guano mediante el cual Dreyfus tendría los derechos sobre toda exportación guanera a los principales mercados a cambio de pagos por adelantado al Estado. Se fijó un precio referencial y una cantidad de guano a ser exportada por año para saber cuánto pagaría el empresario. Si bien este contrato tuvo la ventaja de darle mucho efectivo por adelantado a la economía del Estado, tuvo la desventaja de la dependencia del Estado frente a un solo operador. Cuando en 1872 el precio empieza a caer, Dreyfus dejará de pagarle al Estado las cuantiosas sumas de los primeros años y cuando en 1875 el empresario decide dejar el negocio, el Estado se quedará sin ingresos de un momento a otro y su crisis será dramática.
A lo largo de los años 1840 a 1872, el Estado peruano obtuvo ingresos crecientes gracias a la explotación del guano hecha por sus socios privados. En total, se calcula que no menos de 65 de cada 100 libras esterlinas generadas por la venta del guano fueron para el Estado. Sin embargo, muy poco de este dinero fue invertido para el desarrollo del país y la mayor parte se gastó sin tomar en cuenta que algún día se podía terminar este negocio.
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